Mi historia

Desde que tengo uso de razón recuerdo cuestionarme por qué las personas hacen, sienten y piensan como lo hacen. Siempre he tenido la necesidad de entender los significados del mundo, la muerte y la vida, del ser humano, el alma y todo el misterio del Universo.

Siempre tuve una conciencia bastante clara de cómo son las cosas y por qué, pero no tenía mi cuerpo mental lo suficientemente desarrollado como para darle palabras o entendimiento a mi propia sabiduría.

Las personas que alguna vez se han cruzado en mi vida habrán conocido muchas facetas mías, pero estoy segura de que la faceta reflexiva ha estado en cada una de mis interacciones. Siempre he tenido la capacidad de ver el potencial de las personas más allá de su situación momentánea o emocional y eso me ha llevado a querer que ellas mismas pudieran verlo.

Mi formación

En el momento en el que tenía que decidir qué quería estudiar tenía varias opciones: Psicología, Filosofía, Veterinaria o Psiquiatría, como comprenderéis con 18 años tienes poco claro cuál es el camino que te llevará a encontrar lo que anhelas saber.

Finalmente apareció una opción nueva en el último momento “Ingeniería Biomédica”, de alguna manera pensé que era una carrera que me permitiría dedicarme a la investigación en general y después podría especializarme en algo más concreto, adoré mi carrera y la formación tan completa que tuve, me ha dado muchísimas herramientas que a día de hoy no tendría con ninguna otra formación.

Siempre he amado la ciencia, la filosofía y servir a los demás de alguna forma. El estudiarla me hacía pensar en el misterio del Universo, así que también empecé a formarme en lo que nos influye, pero no es visible físicamente, todo lo abstracto me apasiona.

Pero esta formación no me saciaba la sed de conocimiento que tenía sobre las emociones, como influyen en nuestra salud, por qué algunas personas enferman y otras no. Qué es nuestra esencia y esto que nos diferencia de los demás. Por qué algunas personas consiguen lo que desean con facilidad y otras no. Cómo podemos realmente ser los creadores de nuestra propia historia y por qué tenemos anhelos diferentes unos de otros. Grandes preguntas sobre las que empecé a encontrar respuestas leyendo y formándome en terapias alternativas. Mi idea nunca fue acompañar a alguien, me formaba únicamente para conocerme a mí misma en profundidad.

Sin darme cuenta estaba siguiendo el camino que mi alma vino a vivir en esta vida. Ahora comprendo por qué elegí esa carrera universitaria y no otra. Ahora comprendo por qué hice cada una de las formaciones complementarias y a dónde quería llegar aunque durante mucho tiempo no lo supe y me sentí tremendamente perdida, lo único que sabía es que tenía que llegar aunque no supiera cómo. Pero cuando pides algo, te llega; solo que a veces el camino no es como imaginaste, es como tú necesitas que sea.

El primer paso fue formarme en Postgrado en Bioneuroemoción (estimulo-pensamiento-emoción-cuerpo). Aquí estudie cómo funciona nuestro subconsciente, nuestras palabras, nuestras emociones, los pensamientos que las generan, programación neurolingüística, hipnosis consciente y muchísimas herramientas y conocimiento científico que me abrieron un mundo de conocimiento nuevo que realmente necesitaba, tanto de autoconocimiento como de entendimiento de la mente/cuerpo humano. Yo solo tenía 23 años. Empecé a trabajarme emocionalmente, mentalmente, mis creencias, mis limitaciones, pero en la práctica no me sentía con la madurez suficiente para acompañar a nadie. Sentía que necesitaba explorarme más a mí misma y seguir aprendiendo sobre la parte más energética y nuestro campo electromagnético, nuestra alma, espíritu y la parte que consideramos misterio.

En todo esto tuve algunas rupturas amorosas, sus duelos correspondientes, cambios de casa, empezar a trabajar… En esa época empecé a trabajar con niños, daba clases particulares a chicos que estaban completamente desanimados y habían tirado la toalla, me di cuenta de que tenía capacidad para sacar su potencial y enseñarles que lo tenían, que sabía intuitivamente cuando ponerles límites, cuándo dejar que se expresaran y ver lo que eran más allá de sus limitaciones. Me fue realmente bien y era un trabajo que me llenaba plenamente porque me permitía trabajar con personas y sacar su potencial, animarlos y acompañarlos, enseñarlos y guiarlos además de crear grandes vínculos con ellos.

En realidad, estaba realizando el propósito de mi vida. Me estuve planteando poner una academia con métodos propios de enseñanza que no fueran la habitual, formarme en educación alternativas y seguir ese camino, pero en mi interior había algo que me seguía pidiendo más profundidad y conocimiento.

Después de un tiempo era momento de entrar en el sistema, cotizar, tener un sueldo fijo y vacaciones pagadas “lo que se supone que debemos hacer”. No sé cómo explicaros, lo vacía que me sentía, pasaba horas programando, no tenía tiempo para mí, para disfrutar, para sentir. Estaba siempre estresada, no podía compartir nada, lo pasé realmente mal. Siempre dije que nunca me dedicaría algo que me hiciera infeliz, pero lo estaba haciendo y no sabía cómo salir porque me sentía completamente perdida. Apareció un quiste en mi columna y tuve que darme de baja. Los meses que estuve de baja retomé todo lo que sabía sobre mente/cuerpo y también empecé a incorporar la espiritualidad, el alma y el cuerpo energético. Empecé a tener una compresión más profunda de cómo somos en totalidad. Decidí formarme en Astrología Evolutiva Arquetípica porque me encantaba Carl Jung, así que estuve un año profundizando y constelando a los arquetipos y sintiendo todo lo que conlleva, además de aprender a leer el tarot arquetípico y trabajar con el subconsciente a través de él. Ya era muy fan de Alejandro Jodorowsky y la psicomagia, de su forma de entender la simbología, y profundicé mucho en el tema de los sueños, los arquetipos, la simbología y la astrología. Fue otro proceso interno para el que necesité mucho tiempo de asentamiento, vuelvo a decir que era muy joven y me costaba implantar en mi vida diaria todo lo que estaba aprendiendo y sintiendo.

Sufrí mucho porque no entendía por qué me aislaba, porqué tenía periodos depresivos profundos, no entendía qué me pasaba ni cómo solucionarlo, así que empecé a conocer las esencias florales, me sentaban bien, aunque seguía teniendo muchos procesos de inestabilidad porque soy demasiado sensitiva; quería encontrar a un terapeuta floral que no lo hiciera desde el análisis de mi conducta sino de una forma más intuitiva o que fuera más con mi sistema. No lo encontré. Justo mi familia me invitó a un curso de Bioenergética (radiestesia, péndulo y esencias florales). Aprendí a encontrar mi intuición, y también me di cuenta de que no sabía escucharla ni confiar en ella, todavía tenía que desarrollar mi discernimiento, aprendí algunas herramientas para desarrollar mi certeza. También estuve formándome en Psicología Holística y Coaching personal.

Mi evolución personal y profesional

Empecé a conectar con mi propio sistema energético y el de los demás y a entender que siempre lo había hecho, pero que no sabía de qué se trataba. Se me abrió un nuevo mundo y empecé a testarme mis propias flores: ¿la diferencia? Brutal. Todas las personas con las que he trabajado me han confirmado al 100% que mi intuición es acertada y que son justamente las cualidades que necesitan desarrollar a nivel profundo. Empecé a hacerlas con amigos y conocidos y me confirmaban que era la forma más potente de usar las esencias florales. A través de ellas le daba voz a mi percepción sobre otras personas, empezaba a discernir entre lo que percibía intuitivamente y lo que pensaba mentalmente y a trabajar mi percepción de las personas y animales a niveles mucho más profundos. Justamente habíamos decidido abrir nuestro Centro Holístico, yo tenía mucha formación y muchas herramientas, pero además de estar pasando por un proceso personal complejo no tenía mucha seguridad en mis capacidades, así que solo me limitaba a las esencias florales. Más tarde retomé mi conexión con el tarot, me di cuenta de que era una herramienta poderosa a través de la cual también conectaba con las personas y de que había desarrollado habilidades intuitivas de las que no era consciente, además cuanto más lo hacía más certeza encontraba y más se desarrollaba en mí esa cualidad. Durante mucho tiempo me había formado mentalmente, y mis palabras, mi respeto, mi responsabilidad sobre el camino de otros eran honestas y fue apagándose el miedo a equivocarme. Tomé consciencia de que había un factor común en todas las sesiones: mi capacidad perceptiva e intuitiva, lo demás (esencias florales, péndulo o tarot) eran herramientas a través de las cuales me resultaba más fácil expresarla.

Durante todo este proceso personal, he atravesado muchos duelos. Entre ellos el de mi mejor compañero, Aaron fue un perro que me acompañó en uno de mis grandes cambios vitales y tenía un gran mensaje para mí. Aquí tenía otro entendimiento de la muerte y viví este proceso de una forma distinta. Decidí hacer la formación de Comunicación Animal. Descubrí mi gran capacidad para canalizar mensajes de animales, sobretodo de los que habían fallecido. Sus mensajes me dieron una perspectiva muy amplia de la vida y la muerte y de por qué aparecen en nuestra vida y su cometido. También de su forma de experimentar la vida y el amor y cómo sienten. Conecté de una forma más clara con los guías espirituales y cómo algunos de los animales que nos acompañan durante nuestra vida se convierten en nuestros guías y nos acompañan de otra forma una vez que se han ido de este plano. También he desarrollado una gran capacidad meditativa y enseño a personas a conectar con la energía y los mensajes que nos mandan cuando ya no están físicamente.

Conecté con mi gran potencial femenino, que como mujer estoy llamada a encarnar. Y a poner este potencial creativo e intuitivo al servicio de lo masculino de una forma sana, para crear de forma verdadera y respetuosa.

Durante un tiempo estuve trabajando mucho en mí a nivel emocional y somático, creencias, seguridad, apegos. Y sigo haciéndolo y conociéndome cada día más. Creo que ha sido la mayor evolución personal que he tenido hasta la fecha, lo que yo he considerado haber madurado mi cuerpo mental y emocional y conocerlo lo suficiente como para no proyectarlos en mi trabajo de acompañamiento. Además de tener varias activaciones de la energía kundalini ahora sí, de una forma muy consciente. Pasé muchas horas en meditación, mi estado intuitivo había aumentado exponencialmente y esto requiere dedicación y devoción. Empecé a tener canalizaciones directas y concretas y a conectar con mi verdadera voz interior. Y volví a escribir. Cuando liberas miedos, resentimiento y otras emociones con energía muy densa tu capacidad psíquica se eleva y conectas con tu verdadero potencial. Y este es el mío.

Apareció la oportunidad de retomar mis sesiones y así lo hice. Me sentía preparada y así lo confirmó aquella primera sesión de esta nueva etapa. La recuerdo de una forma muy expansiva, porque mi seguridad en lo que estaba haciendo era tremenda, podía sentir perfectamente su energía, tenía certeza de qué creencias bloqueaban su expansión y hacia donde tenía que ir mi servicio en la sesión, el cambio para esta persona fue casi inmediato (depende del caso). Todo lo que había estudiado, todo el crecimiento personal, mi intuición y mi capacidad perceptiva habían llegado a un nivel en el que podía acompañar a las personas de una forma muy respetuosa y tremendamente efectiva. A día de hoy siento que tengo que poner todo esto al servicio de los demás y me estoy entregando a ello porque sé que son herramientas que muchas personas necesitan. Yo no tuve un mentor que me guiara y me explicara todo el proceso que estaba viviendo, pero sí hubo una gran diferencia cuando fui encontrando a terapeutas que me apoyaban en mi camino y a día de hoy sé que es esencial.

Espero seguir acompañando a muchas personas en su proceso de autoconocimiento y ayudarlas a entender todo lo que bloquea su potencial, porque lo que tengo claro es que lo que nos dolió no tiene otro cometido más que nuestra propia evolución. Nuestra alma eligió todo lo que nos sucede, no para que nos quedemos estancados, sino para que sepamos recoger todo el aprendizaje. Y para ello es muy importante trabajar las creencias, las heridas y madurar nuestro cuerpo mental y emocional, además de liberar la energía que se ha quedado estancada físicamente en estos acontecimientos que se quedan grabados en nuestro sistema como “trauma”.

Y así son mis sesiones, incluyen todo este proceso que es la forma más completa de trabajar cualquier bloqueo o sensación negativa que sientes que te estanca.

Esta es mi historia, y mi historia continua. He empezado a formarme en Neurociencia especializada en Trauma y Resiliencia para poder unificar las dos ramas que a día de hoy me siguen apasionando, la ciencia y el misterio. El estudio de la mente y el sistema nervioso y a la misma vez la capacidad que tenemos de percibir todo lo que no es visible. 

Si quieres que te acompañe a descubrir toda la magia que hay en ti, puedes encontrar información sobre los tipos de acompañamiento que hago en “Sesiones”. Te mando un gran abrazo.